martes, 29 de enero de 2013

Run

Este es un pequeño “intento” de un rompecabezas, se tiene que leer según los números colocados al principio de cada fragmento. La historia me gustó mucho, y a pesar de que lo que buscaba era que se leyera corrido y según los números de manera coherente creo que no he logrado mi propósito completamente. Así que este es mi primer intento; habrá más, pero espero que este experimento les agrade. Gracias C:   


10 Cuido la casa desde que recuerdo, está en ruinas. Ya no hay rastro de aquella belleza colonial, de aquel prado junto a la entrada donde jugaba con mi hermana. Ella no se ha olvidado de la casa, viene de vez en cuando, pasa junto con su esposo y siempre le comenta como logre salvarla de aquel accidente.

9 Vivo aquí desde que tenía 6 años, nos mudamos porque mi padre deseaba vivir en la capital. La casa era hermosa, de tres pisos y con decoraciones coloniales, propia del centro de Lima. Era raro ver una casa así en tan buen estado.
1 ¡Sal de aquí!¡Huye! –le grité a mi hermana, empujándola para que pudiera salir de la casa. La casa estaba empezando a arder, ¿las razones? no las sé. Corrí lo más rápido posible tratando de alcanzar la entrada y empujé a mi hermana antes de que un gran madero cayera.
3 Me levanté sintiéndome mucho mejor de repente, empecé a correr con todas mis fuerzas para lograr escapar de las llamas que cada vez se hacían más fuertes.
7 -¡Doncella por favor! –grité- ¿no puedes verme? –estaba alterado.
5 Vi a mi doncella, estaba llorando, todas las personas a su alrededor estaban llorando. Todos me observaban. No, estaba equivocado. No me observaban a mí, observaban la casa. Giré y me percaté de que mi hermosa casa colonial estaba en llamas. “¡Irene! ¡Irene!” grité el nombre de mi hermana, ¿dónde estaba?¿habría logrado escapar?
2 Caí, sentí un gran dolor y una brasa ardiente sobre mí, todo ardía, mi ropa, mis brazos, mi rostro, mi cabello. Un grito que no pude oír salió de mi boca, y mis extremidades luchaban por quitarse ese peso que estaba sobre mí.
4 Salí de la casa, un gran arrebato de euforia me llenaba. Había logrado escapar.
6 ¡¿Dónde está Irene?! –comencé a gritar alterado. Corrí hacia mi doncella repitiéndole la misma pregunta, pero no reaccionaba, continuaba llorando sobre los hombros de su madre. ¿Acaso no podía observarme? ¿No podía oír mis reclamos? -¡Doncella escúchame!”- la llamé al mismo instante en que al tratar de tocarla la atravesé como si ella no estuviera ahí. ¿Acaso yo…?
8 Observé mis manos alterado. ¡¡Ahh!! ¡No!¡No!No! –gritaba. Comencé correr sin rumbo, era un fantasma.

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