domingo, 7 de abril de 2013

Place

- Salgamos a algún lado -me dijo inesperadamente, quedé en shock- Disculpa si es algo apresu...
- Si -respondí interrupiendolo, talvez la respuesta salio de mi boca con unos dos segundos de retraso
Se acercó hacia mí y me susurró al odío "Te espero en Plaza de Armas a las 5", mi cuerpo se estremeció, nunca me habían invitado a salir.

Se fue caminando directo a su clase, hace solo un momento Rodrigo me había invitado a salir, mi primera cita, me repetía mientras caminaba. ¿Y ahora....?
Que horrible pregunta se plantea en la cabeza de los principiantes, esa duda metódica del no saber que hacer ante una situación por la que nunca has pasado antes.

¿Que me pongo?¿En donde exacatmente lo espero?¿Y si llego muy tarde?¿Que haré cuando llegue?
¿Porque me invito?
Esa, esa era la pregunta; solo había visto en las peliculas el hecho de que un chico popular invite a una chica timida al baile, claro que en este caso es a Plaza de Armas; aún así nunca creí que me pasara a mí.
Con tantas preguntas, no pude dormir esa noche.

- Tengo unas ojeras fatales -me repetí a mi misma en el espejo- Me pregunto si alguien querría prestarme maquillaje, aunque tampoco se usarlo. Bueno eso no era relevante.
Las horas pasaban muy lentas hasta la hora fijada, tan lentas, tan lentas, tan... lentas, tan...
Recuerdo muy bien el haberme quedado dormida, y recuerdo el sueño también.

- Fer... fer... fernanda... -oía a mi madre decir
- ....¿...Que...?¿Que?
- Son las 6:30...
- ¡¿Qué?!¡No!

Me ví en el espejo, y todo estaba destruido, la ropa ajada, el cabello despeinado, todo....
Debía intentar.... ¿ir?
Mi casa quedaba muy cerca de Plaza, casi 5 minutos, no importa... iré
¿Estaría allí? -me preguntaba mientras corría- de seguro ya se habría ido, todo, todo lo arruiné. Empezó a llover, y mientras la lluvia caía mas fuerte mi paso comenzaba a detenerse.

- Es... imposible que este.... ahí...- murmuré para mí, levanté la mirada y pude contemplar su rostro mojado al lado de la catedral.
Estaba ahí; mojado por la fuerte lluvia, con una camisa roja manga larga, con unos jeans que ahora eran negros y una mirada pensativa que observaba el suelo.
Subí una por una las escaleras de la catedral; mi falda se había ensucidado de tanto correr, mi blusa que por suerte era azul no paso la msima suerte que los zapatos blancos, mi cabello estaba suelto y mojado. Nada más.
Ahí estaba yo, subiendo las escaleras de la catedral, poco a poco mientras no despegaba mi mirada de su rostro sin gesto.

- Rodrigo... -lo llamé en voz baja, no tenía cara para verlo después de haberlo hecho esperar una hora y treinta minutos

Levanto la mirada, y sonrió. Se acercaba a mi poco a poco...

- Me alegra que estes bien -fue lo último que dijo antes de caer sobre mí, tenía mucha fiebre.
Lo llevé a mi casa para que descansara, lo que no fue nada fácil porque todo el mundo creía que lo secuestraba y me contó al muy peculiar:

"Yo llegué a la catedral a las 6 de la tarde, me quedé dormido; ya que la noche anterior no pude conciliar el sueño. Creí que te habías ido..., creí que ya no ibas a volver... creí que lo había arruinado todo"

Sonreí ante esta situación tan peculiar, no solo era yo la del temor, sino que también él. Todo este tiempo, el había estado pensando en mí. Y le respondí:

"Yo soñe contigo, soñé pensando en mi realidad perfecta, por eso no quise despertar. Pero, aunque esta realidad no sea la perfecta de mi sueño, quiero que estes siempre conmigo para disfrutar la imperfección del mundo"

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