sábado, 11 de agosto de 2012

Hera's Rage

Durante el periodo griego las personas creían que los dioses vivían y los observan desde el Olimpo, desde ahí tenían el control sobre todo y todos en la tierra, pero claro esto ha veces pasaba a ser aburrido; esta situación cambiaba cuando encontraban mujeres o hombres a los cuales perseguir en la tierra o cuando Dionisio organizaba una de sus famosas fiestas.

Una de las cosas más atrayentes en las fiestas de Dionisio era que se servía uno de sus mejores vinos, esto era aprovechado por muchos dioses, ya que la persona que lo tomaba caía en un estado tan placentero que sus fiestas siempre terminaban creando el caos.
Uno de los dioses que aprovechaba más la situación era Zeus, el cual tomaba a las diosas que más deseaba y las hacia suyas. Hera, su esposa, sabía de estas fiestas y constantemente renegaba con él por estas situaciones, la tenían harta sus juegos y aventuras con toda mujer bella que se le cruzará

“Hasta con humanas” – pensaba Hera
Pero toda su irá era en vano, Zeus seguía haciendo de las suyas y aun más en la fiestas de Dionisio.

“Ya no lo aguanto más”
Hoy era el día de una de sus fiestas, pero este día ella ya no se quedaría sin hacer nada, Hera iría y lo enfrentaría dejando en claro que ella es su mujer.

Al llegar el momento, Zeus se dirigía hacia la fiesta,  lo que no sabía era que su esposa lo seguía de muy cerca; Zeus siempre llegaba tarde, era mejor porque todos ya habrían tomado buena cantidad del preciado vino.
Al entrar todos lo observaban, alzaba su cabeza para demostrar el orgullo tan característico de sí, mientras avanzaba a la mesa para servirse una copa, acariciaba el rostro de algunas diosas, mientras que ellas se le acercaban poco a poco.

Hera nunca había ido a alguna fiesta de Dionisio, así que no sabía lo que iba a encontrar ahí.

Zeus ya estaba rodeado de muchas mujeres mientras estaba sentado en un mueble, cuando Hera irrumpe en la fiesta, todos se quedaron boquiabiertos al verla, nunca había venido.
       -          ¡Zeus! – gritó - ¡Zeus!!

Zeus se levantó molesto y a la vez impresionado, a pesar de que Hera siempre era así nunca había hecho un escándalo igual
Se acerco sobrepasando a los demás dioses

-          ¡Zeusss!!!! – seguía gritando Hera – ¡Ven aquí y enfréntame! ¿O qué? ¿El gran dios le tiene miedo a la vergüenza pública? ¡Esta vez no que quedaré con los brazos cruzados! ¡Yo puedo enfrentarte cuando quiera!
Al llegar Zeus donde ella se encontraba la tomo del brazo y la jalo hasta afuera mientras Hera intentaba contenerse, no valía de nada. Hera empezaba a sentir temor, el agarre de su brazo era demasiado fuerte

-          ¡Suéltame! ¡¿Qué piensas hacerme?! ¡Suficiente humillación es ya ser tu esposa!
Zeus levantó los brazos hacia el cielo y de allí bajaron dos grandes cadenas que parecían estar sujetas a las nubes, tironeo a Hera hasta ellas y le ató las cadenas a las muñecas, mientras esta gritaba sin cesar.

-          Aquí te quedarás, por osar retarme – le dijo Zeus a la mujer encadenada

-          ¡Déjame! ¡¿Qué piensas lograr con esto?! ¡Esto no cesará mi voz!

-          Aquí te quedaras hasta que te calles, tal vez luego de mil años de eso y cuando te arrepientas de verdad, te libere.
Y así, ante la presencia de todos los dioses, Hera fue encadenada. Pero ningún dios, se atrevió a liberarla

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